Hector Silva Michelena
¿Qué
significa Alma Mater? Alma mater es una expresión del latín que es usada para
designar, metafóricamente, a la universidad. Su traducción literal sería “madre
nutricia”, pues alma significa “que nutre”, mientras mater, matris, traduce
“madre”.
En
este sentido, la universidad es considerada como una madre, pues provee a sus
hijos, los estudiantes, con el alimento de los conocimientos universales para
el ejercicio profesional.
De
allí que cada alumno regular y egresado considere que su alma mater es la
universidad donde se formó y cursó estudios. Originalmente, la locución era
empleada en la Antigua Roma para referirse a la diosa madre y luego, con la
llegada del cristianismo, a la virgen María.
No
obstante, el origen de su uso actual proviene del lema de la Universidad de
Bolonia, la primera fundada en Occidente, que es “alma mater studiorum” o, en
español, “madre nutricia de los estudios”. De allí que hoy en día designe así a
la academia en el sentido de comunidad científica.
Hoy
es 31 de mayo, día del egresado, y henos aquí convocados por nuestra Asociación
con el fin de establecer, renovar y consolidar los lazos que nos ligan a
nuestra Madre Nutricia, la UCV, a fin de fortalecerla tanto en lo material como
en lo espiritual.
Digamos
ahora breves palabras sobre la Universidad.
En
lo sustantivo, la enseñanza Universitaria puede resumirse en unos pocos
conceptos: formar ciudadanos responsables y comprometidos; proporcionar los
profesionales que la sociedad necesita, desarrollar la investigación científica;
conservar y transmitir la cultura, enriqueciéndola con el aporte creador de
cada generación; actuar como memoria del pasado y atalaya del futuro; y
constituir una instancia crítica basada en el rigor y el mérito que la
conviertan en la vanguardia de la solidaridad intelectual y moral
Aunque
estrechamente relacionados con la vida política, económica y social, estos
cometidos universitarios tienen perfil propio, son los de una institución
particular cuya alma es el conocimiento y la búsqueda de la verdad. Forman un
conjunto de actividades más vinculadas a la ética y las convicciones, que al
utilitarismo y la inmediatez propios de otros ámbitos de la existencia.
Esta
dimensión ética de la labor universitaria cobra especial relieve hoy en día, en
esta época de rápidas transformaciones que afectan a casi todos los órdenes de
la vida individual y colectiva, y amenazan con borrar los puntos de referencia
y deshacer los asideros morales para edificar el porvenir. Ante tal celeridad,
y el carácter negativo de ciertas tendencias, la Universidad debe erigirse en
baluarte de los valores del espíritu, tal como dice el frontispicio de la
Universidad de Heidelberg, “Al espíritu puro”; es decir, una gran animadora de
un movimiento crítico que procure el desarrollo de la inteligencia, la
solidaridad y el compromiso.
Para
saber hacia dónde vamos, es preciso fijarse puntos de mira muy elevados. Como
nos recuerdan los versos de uno de los heterónimos del gran poeta
portugués Fernando Pessoa: “La luna brilla
por igual en el mar y en los pequeños
charcos, porque está suficientemente alta”.
Pero
la brújula no se ve en la oscuridad, nada puede hacerse sin un contexto de paz
y de justicia. La paz es un prerrequisito, por eso debemos insertarnos en la
gran “conspiración ética” propuesta por ilustres profesores basada en una
movilización contra la violencia, el autoritarismo, el continuismo y sus causas
profundas: la injusticia, la ignorancia, la tiranía, la miseria. La Universidad
está en el deber de poner sus conocimientos y reservas morales al servicio de
toda la nación sin distingos raciales, sociales, económicos, geográficos e
ideológicos.
El
poeta franco-rumano Eugène Ionesco nos decía: “las ideologías nos separan, los
sueños y las angustias nos unen”. Impidamos pues que en nuestra Nación se siga
erigiendo una cierta modalidad de muro ideológico. Nuestro futuro colectivo
cruza tiempos de crisis sin precedentes en nuestra historia republicana; ya que
no puede haber paz mientras millones de personas vivan en condiciones infrahumanas.
Que la realidad no corrobore el juicio pesimista del fino escritor y poeta
francés Paul Valéry: “el futuro ya no es lo que era”.
Recientemente
la Universidad ha de enfrentar un nuevo reto: poner al desnudo el carácter
dictatorial del Régimen de turno, expresado en el decreto de Estado de
Excepción Y Emergencia Económica, dictado por el presidente del
Ejecutivo. ¿Qué dice en el fondo este decreto? El profesor José
Ignacio Hernández, Doctor en Derecho de la Universidad Complutense de Madrid y
Profesor de la UCV y UCAB, expresó concluyentemente:
“El
Decreto alude, en general, a la ‘oposición política venezolana’. No alude a
grupos ni a sectores de la oposición. No. Para el Decreto, toda la oposición es
un factor de desestabilización que debe ser atacado”. A menos que su ignorancia
sea más grande de lo previsto, podemos suponer que el presidente Nicolás
Maduro, y en general toda la élite del poder, debe saber a ciencia cierta que
-como bien lo ha explicado el profesor Humberto García Larralde, en su libro El
fascismo del siglo XXI- el fascismo es básicamente una práctica política
orientada al dominio de la sociedad desde el Estado a partir de un conjunto
articulado de mitos sobre el pueblo, lo patriótico, lo nacional y la
superioridad étnica con el propósito de crear un "nosotros" que debe
defenderse de los "otros", los que piensan y son diferentes, quienes
representan un peligro y, por tanto, deben ser eliminados ya sea política,
moral, ideológica y, cuando sea necesario, físicamente. Es el exterminio, la
solución final del nacionalsocialismo de Hitler
Con
lucidez, precisa el profesor Hernández: “Incluso es algo todavía más grave que
esto: este Decreto pretende derogar la Constitución, al suspender el ejercicio
de funciones propias de la Asamblea Nacional, ignorando que, como dice el
Artículo 339, el estado de excepción no interrumpe el funcionamiento de los
órganos del Poder Público. No estamos, por ello, ante un verdadero Decreto de
estado de excepción, al menos en los términos del Artículo 337 y siguientes de
la Constitución. Estamos, en realidad, ante un Decreto que pretende
derogar la Constitución con medidas contrarias a los valores, los principios y
las garantías constitucionales”.
Las
respuestas de la educación superior en un mundo que se transforma deben guiarse
por cuatro criterios que determinan su jerarquía y su funcionamiento local,
nacional e internacional: pertinencia, autonomía, solidaridad nacional e
internacionalización.
Para
lograr estos objetivos el sistema universitario deberá cumplir ciertos
requisitos básicos:
1)
La Universidad debe ser una institución basada en el mérito. La calidad
académica no se logra con profesores vitalicios, estancados o mal
remunerados; la seguridad de la cátedra es un factor
positivo siempre y cuando se acredite primero el mérito que le asiste. La
misma razón del mérito se aplica a los estudiantes. A los jóvenes concierne
recordarles que la Universidad ha dejado de ser un privilegio de los ya
privilegiados, y que todos somos pasajeros de la misma nave, con un destino
común.
2)
La Universidad ha de ser autónoma, sin autonomía no hay Universidad porque no
existe la libertad de pensamiento; se corre el peligro de que el Estado de
signo totalitario imponga en la enseñanza su propia ideología y su propio partido.
Si la Universidad no encarnase el valor social de la búsqueda pura del
conocimiento, sino que sirviera a intereses y objetivos materiales concretos,
probablemente habría desaparecido ya como muchas otras instituciones
medievales. Garante de los principios democráticos para la vida cotidiana de
todos los ciudadanos, la Universidad no debe aplicar siempre principios de
representación política a la vida académica, en la que sólo debe prevalecer la
calidad. Las leyes científicas no se establecen por votación.
3)
La Universidad debe articularse con sus egresados y amigos que muestren un
espíritu apegado a la justicia, equidad y solidaridad humana y cuyas
contribuciones académicas, empresariales, culturales, políticas y/o deportivas
lo califiquen como un Egresado Integral.
4)
La Universidad ha de contribuir tanto a preservar el legado de las generaciones
precedentes como a forjar el porvenir. Los conceptos novedosos de la
“Universidad virtual”, la transmisión de datos mediante dispositivos
electrónicos, o cualquier sistema multimedia,
son excelentes siempre y cuando se empleen como lo que son:
herramientas, instrumentos al servicio del ser humano y no fines en sí mismo.
El
genio de Albert Einstein legó estas palabras: “En épocas de crisis sólo la
imaginación es más importante que el conocimiento”. Quizás nunca estas palabras
hayan tenido un sentido tan hondo como el que adquieren ahora, a la luz de los
acontecimientos que marcaron al siglo XX –dos guerras mundiales, la Gran
Depresión y el derrumbe de la URSS- y en las tendencias que empiezan a verse en
los dos quinquenios recorridos por el siglo XXI.
Este
siglo, cuyo perfil puede moldear la Universidad desde ahora, puede tomar un
rumbo hacia la formación de una sociedad de hombres y mujeres libres e iguales,
donde esa igualdad sea equitativa, es decir una igualdad que se establezca con
base a las capacidades y al mérito, y no impuesta.
Vale
recordar que los versos más brillantes de nuestro Himno Nacional, fueron
escritos por el médico y poeta Vicente Salias, cumpliendo una idea surgida en
la Sociedad Patriótica, luego del 19 de abril. Salias improvisó allí mismo las
primeras estrofas que surgieron como un canto emocional patriótico, y que 71
años después se convertiría en el Himno Nacional “Gloria al Bravo Pueblo”,
según decreto del presidente Antonio Guzmán Blanco. Desde hace tiempo,
esos versos han sido pobremente recitados, convertidos en un desabrido
ritornello oficial. Helos aquí:
Gritemos con brío
¡Muera la opresión! Compatriotas fieles La fuerza es la unió
Y si el despotismo Levanta la voz Seguid el ejemplo Que Caracas dio.
Ese
ejemplo fue nada menos que el del Cabildo de Caracas, al destituir el 19 de
abril de 1810 al Capital General Vicente Emparan e iniciar el proceso de
independencia; nacían así los Estados Unidos de Venezuela, Confederación
Venezolana o Provincias Unidas de Venezuela, que luego darían paso a la primera
República con la firma del Acta de Independencia el 5 de julio de 1811.
Del
talento y el entusiasmo que pongamos en esta obra capital, dependerá que un día
podamos mirar limpiamente a los ojos de nuestros hijos. Que siempre
digamos de nuestra Alma Mater: “Nunca me has negado tu leche de virgen”, como
escribió, con amor, Rafael Cadenas, en 1966. Y entonces recordé este bello
verso del Cantar de los Cantares: “Hay miel y leche bajo tu lengua”.
En
todos los tiempos, el ejercicio de la inteligencia, del pensamiento crítico, y
la sensibilidad social y personal, han demostrado ser siempre la más eficaz
rosa de los vientos, y su lectura creadora, hoy como siempre, sigue siendo la
misión principal de la Universidad. ¡Marchemos con ella, nuestra Alma Mater,
“con un canto infinito de paz”, como dice uno de los versos de nuestro hermoso
himno universitario!
31 de mayo, 2016
Discurso en el acto de reconocimiento al Dr. Hector Silva Michelena que brindó la Asociación de Egresados y amigos de la UCV.
Tomado de: DigaloAhiDigital
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