La crisis económica azota las Universidades
de Venezuela
William Saavedra, un estudiante de ortodoncia, ofrece una consulta gratuita a un residente de bajos recursos del barrio 23 de Enero, en Caracas. PHOTO: MIGUEL GUTIÉRREZ PARA THE WALL STREET JOURNAL |
Por SARA
SCHAEFER MUÑOZ - @sarasmunoz
martes, 2 de febrero de 2016 17:57 EDT
CARACAS—Hasta el mes pasado, cuando la
universidad pudo reabrir sus puertas en medio de serios problemas
presupuestarios, William Saavedra, un estudiante de ortodoncia de 22
años, y algunos de sus compañeros ofrecían exámenes dentales gratuitos a la
población en una silla de dentista ubicada en la ajetreada Plaza Brión de esta
capital.
Su motivación no era puramente altruista:
esta era la única forma en que podían acumular horas de experiencia clínica. A
Saavedra le faltaba sólo un año para graduarse cuando su facultad, que
pertenece a la mayor universidad pública del país, suspendió las clases el
pasado septiembre en medio de un recorte de 70% en el presupuesto, una huelga
de profesores y la falta de suministros, desde guantes de látex a bombillos
eléctricos.
“La idea no es quedarse en la casa o
tomarse unas vacaciones”, dice Saavedra, un muchacho delgado y con cara de
niño, hijo de un ortodoncista. “Buscamos actividades aunque no tenemos clase”.
La Universidad Central de Venezuela, donde
estudia, ha vuelto a dar clases, pero las condiciones muestran que la
profundización del colapso económico del país está también causando otra
crisis, que se desarrolla en cámara lenta: la desintegración del sistema de
educación pública, alguna vez considerado uno de los mejores de América Latina.
Fundada en Caracas en 1721, esta casa de
altos estudios es el buque insignia del sistema universitario público de
Venezuela. En los últimos cuatro años, dicen los administradores, ha perdido
casi una cuarta parte de sus 4.000 profesores después de que la inflación dejó
a muchos de ellos ganando jornales equivalentes al precio de una lata de atún.
El presupuesto mensual para suministros y administración de su facultad más
grande, que enseña ciencias sociales, economía y administración de empresas a
cerca de 7.000 estudiantes, ronda el equivalente de US$186 en el mercado negro.
Tratar de revertir el daño es una prioridad
para la oposición venezolana, que en las elecciones de diciembre obtuvo la
mayoría de escaños en la Asamblea Nacional. Un comité de nueve miembros se ha
reunido con estudiantes, profesores y decanos, y planea recomendar que parte
del considerable presupuesto militar de Venezuela sea canalizado a las
universidades, dice Juan Andrés Mejía, un legislador de oposición y
miembro del comité. Sin embargo, no está claro si se llevará a cabo, dado el
enfrentamiento del gobierno del presidente Nicolás Maduro con la
oposición sobre nuevas iniciativas.
“Ahora tenemos crisis petrolera, entonces
el país debe aumentar su productividad en otras áreas”, dice Mejía. “¿De dónde
va a venir este talento cuando las universidades cierren sus puertas?”.
Más de un millón de ciudadanos con
educación superior ha abandonado Venezuela, según Tomás Páez, sociólogo
de la Universidad Central, que ha estudiado el fenómeno. Como resultado de la
fuga de cerebros y la continua crisis universitaria, dicen economistas y
expertos en educación, el país enfrenta un grave déficit de trabajadores
calificados, incluyendo emprendedores y cirujanos.
“Necesitamos gente educada para sacarnos de
la situación en que estamos”, asevera Ulises Rojas, vicerrector académico de la
Universidad de Carabobo.
Las universidades públicas son responsables
de ocho de cada 10 diplomas universitarios que se otorgan en Venezuela. El
resto corresponde a instituciones privadas y a la red de las llamadas
universidades bolivarianas, creadas por el gobierno izquierdista del presidente Hugo
Chávez con el objetivo declarado de educar a los estudiantes para que
apoyen la revolución del pueblo.
Las universidades públicas sufrieron bajo
Chávez, que fue presidente entre 1999 y 2013, y su sucesor Maduro. Los recortes
presupuestarios, la creciente escasez y una tasa de inflación que el año pasado
llegó a 275% han agotado las becas de alojamiento para estudiantes y postergado
obras de mantenimiento básico. Muchos profesores han huido al exterior.
Los detractores dicen que el gobierno no
escatima fondos para las fuerzas armadas o las ideologizadas universidades
bolivarianas.
“La única importancia de la educación para
el gobierno socialista ha sido la utilización de un mecanismo para convertir a
los jóvenes a la ideología socialista y marxista”, afirma Páez.
En 2014, el entonces ministro de Educación, Héctor
Rodríguez,causó un escándalo cuando dijo: “No es que vamos a sacar a la gente
de la pobreza para llevarlas a la clase media y que pretendan ser escuálidos”,
un término ampliamente usado por los chavistas para referirse a la oposición.
Un documento oficial de planificación educativa de 2013 fija como meta
“impulsar la transformación universitaria (…) en torno a los objetivos
estratégicos del proyecto nacional”.
Funcionarios de educación del gobierno no
devolvieron las llamadas en busca de comentarios.
Después de años de recortes presupuestarios
y de tensión entre las universidades y el gobierno, en agosto Maduro apretó aún
más los tornillos, exigiendo que las universidades acepten entre 50% y 75% más
de nuevos alumnos, muchos de familias pobres. Sostuvo que la actual competencia
para ingresar a las mejores universidades públicas, basada en méritos,
favorecía a los ricos.
Sin embargo, al tiempo que obligaba a ampliar
la inscripción de alumnos, el estado recortó los presupuestos universitarios
para 2016 entre 70% y 80%. Las universidades públicas consideran que el
objetivo de esos recortes es hacerlas desaparecer. “No hay suficiente para
nada, ni siquiera para los bombillos” de luz, dice Adelaida Struck, decana
de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central.
Furiosos, los profesores se declararon en
huelga. Algunos se reintegraron a sus puestos a finales de noviembre y la
universidad reabrió sus puertas en enero, pero profesores y estudiantes creen
que la institución se paralizará nuevamente a menos que haya una gran inyección
de fondos.
Mientras tanto, la delincuencia se ha
disparado en los campus. La Universidad de Carabobo ha solicitado la presencia
policial en respuesta a un promedio semanal de cinco robos a mano armada a
estudiantes. Bandas de ladrones les roban teléfonos celulares, tornos dentales,
libros y cualquier cosa que pueda ser vendida en el mercado negro.
En septiembre, un estudiante de
administración de empresas y contabilidad de 23 años quedó parcialmente
paralizado luego de recibir un disparo durante un robo cuando salía de un
edificio de la Universidad Central a las 6:45 de la tarde Bandas en motocicletas
patrullan regularmente el campus, robando e intimidando a los estudiantes,
cuenta Carlos Benucci, un estudiante de sociología.
“Delincuencia, huelgas, falta de
materiales; sencillamente no tenemos las condiciones normales que los
ciudadanos deben tener para la educación”, dice.
Saavedra contactó recientemente a la filial
local de la multinacional estadounidense Colgate-Palmolive Co., que donó algunos suministros y
dio presentaciones sobre lo último en salud bucal. Para mantener la moral, el
joven organizó luego una fiesta para los estudiantes, que aparecían disfrazados
de molares y caries.
“Estoy frustrado por toda la pérdida”, dice
Saavedra.
—Anatoly Kurmanaev y Juan Forero
contribuyeron a este artículo.
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Nota de @ConfianzaUCV:
Se respetó el contenido original del artículo. Solo se hizo edición del formato del texto para su mejor inserción en el Blog. Las fotos pueden ser vistas con detalle en la publicación original del artículo en las páginas de The Wall Street Journal.
En español: La crisis económica azota las Universidades de Venezuela por @sarasmunoz ; y en inglés: Venezuela’sStudents Seek Lessons in the Streets by @sarasmunoz