En
reciente asamblea de profesores de la UCV, el economista José Guerra proclamaba
que era imposible que un profesor universitario pudiese llegar a fin de mes con
el salario actual, visto que la inflación acumulada interanual superaría la barrera del 80%. Dado que este
destacado académico es responsable y moderado en sus predicciones, a mí se me
prendieron todas las alarmas en las
cuentas de ahorro y los cestaticktes.
A la media hora salieron los nuevos precios de
muchos alimentos, con incrementos superiores a 130% y pasé al nivel naranja de
alerta de tsunami en pelazón que creamos en el
período previo de discusión de reivindicaciones para los profesores
universitarios que motivaron un largo paro de actividades académicas.
El
miserable 30% de aumento del salario mínimo que decretó Maduro nos habla de los
bordes que no piensa superar en las contrataciones colectivas que están en
discusión con el estado, dentro de las cuales estará la segunda contratación
colectiva con el sector universitario. Aquí pasamos de alerta de tsunami a
ponernos de zafarrancho de combate, porque el fracaso de las mesas de
negociación del Ministerio de Educación Universitaria con la Federación de
Asociaciones de Profesores Universitarios FAPUV no hacen sino anunciar que las
cosas por las que fuimos al paro gozan de buena salud.
La lucha por el reconocimiento de las Normas de
Homologación como herramienta de compensación salarial tiene más vigencia que
nunca, pero no debe convertirse en un freno a nuestros legítimos derechos.
Incluso si fuésemos un país de esos donde los presidentes honran los
compromisos (¡existen!), calcular el
aumento salarial como el promedio de la inflación de los últimos años nos
dejaría muy rezagados, pelando pues, porque, como bien dijo Guerra lo malo está
comenzando. Peor aún, Merentes anunció que era pasajero.
El odio del gobierno nacional hacia las
universidades que no controla no amaina, por el contrario se incrementa. La
potestad constitucional de que el Consejo Universitario de LUZ organice sus
clases atendiendo a las circunstancias propias de esa universidad, fue
conculcado por el mismo TSJ que prohibió de facto las protestas ciudadanas, más
allá de la majadería leguleya de la resolución que le dio respuesta al libelo
filicida que Herman Escarrá introdujo, amparado por la mampara antidemocrática
del alcalde de Guacara.
Van a usar todos los mecanismos del poder,
incluida su maquinaria mediática, para desconocer a nuestras organizaciones
gremiales naturales. Ya los sindicatos de bolsillo están preparando su nueva
felonía, nos dirán que somos indolentes egoístas porque queremos aumentos
superiores a los que “la clase obrera consciente” aprobó. Vendrán sentencias
escabrosas contra nuestra lucha. Sin sorpresas, para los tiranos la libertad es
siempre ilegal, creen que denigrando intimidan, que reprimiendo frenan. No
entienden el leguaje de los tiempos que corren, se los digo clarito: a mí me
suben 100%.
@rricardorios1
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