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lunes, 26 de mayo de 2014

CARTA ABIERTA AL PROFESOR JUAN JOSÉ PÉREZ RANCEL por el Prof. Luis Millán.


Estimado y respetado Prof. Juan José Pérez Rancel, amigo

He leído con mucho detenimiento su comunicación circulada por la red, tituladaBLACK –OUT  en le FAU  y no pude satisfacer su pedido de que no nos diésemos por aludidos ante lo que Ud. mismo califica de “agresividad”, con demanda de perdones incluida. Y, francamente, he llegado a la conclusión de que la misma está atravesada por una evidente contradicción; porque, ciertamente, esa denominación con la cual Ud. de manera desproporcionada, pretende calificar los esfuerzos que hemos hecho por mantener abierta y activa la FAU y la UCV, es aplicable con exactitud a su propia comunicación. Ella es en sí misma un intento por construir un Black-Out, porque pretende ponerle una máscara a lo que ocurre aquí para desvirtuarlo y descalificarlo.

Estimado profesor, la vuelta a clases –sin comillas-, en las circunstancias precarias de los últimos años,  y que ahora se agravan al extremo, no le hace un favor al oficialismo, como Ud, lo sugiere; porque el régimen se frotaría las manos si aquí cerramos puertas para irnos a la calle. Esa “bandejita de plata” no pasaría desapercibida, ni sería desaprovechada por este elenco del poder absoluto, dado sus claros objetivos de ver liquidada a la Universidad Autónoma venezolana. Se pueden hacer las dos cosas y es necesario hacer más de tres. El panorama que nos acogota es tan complicado que merece crear estrategias mucho más complejas que la de “dejemos esto y vamos a la calle”. No, hay que hacer esto, aquello  y lo otro también. En mis tiempos de estudiante, cuando se luchaba por más democracia, contra un gobierno que no era tanto, teníamos un lema que bien vale hoy: “ESTUDIAR Y LUCHAR”: No era lo uno o lo otro, eran ambas cosas. Y ante el valor de los compromisos y consciencia, cada quien asumía su responsabilidad.

La vuelta a clases –de nuevo sin comillas-, en las circunstancias que sean,  no puede ser considerado como un acto indigno, tal como Ud lo califica. No existe un acto humano más digno y hermoso que intentar enseñar y aprender, al otro y del otro, al mismo tiempo; sean cuales fueren las circunstancias –insisto-. Aquí no se ha hecho ni se hará, jamás, caso omiso de lo que está pasando en la calle. La crueldad de este régimen ante la incuestionablemente valerosa actitud de nuestros estudiantes es un acontecimiento inocultable que nos conmueve y merece nuestra conciencia y coraje activos las 24 horas del día de todos los días.  Creer lo contrario es desvalorizar la misión ciudadana de profesores y estudiantes, distorsionando y confundiendo el sentido de sus acciones en este tiempo.  Usted se equivoca cuando pretende hacer esto; o sea, hace Black-Out.

Aquí no hay estudiantes, profesores, ni trabajadores con gríngolas; no hay un miembro de esta comunidad que haya hablado de “situación normal”, ni de clases “normalitas”, no.  Porque el propósito concertado ha sido desplegar esfuerzos para restablecer un nivel de actividad posible, que permita mantener vivo este escenario de lucha, tan importante como la calle –conscientes de que se trata de una suerte de contingencia latente-, y crear las posibilidades de mantener espacios de reflexión, de intercambio, de contrastación de posturas, de  concertación de acciones y de respeto a la diversificación de las mismas; y de aprendizajes de otras cosas propias de la disciplina. En este discurrir interno es donde se fortalecen las actitudes, el pensamiento, los argumentos y la razón para actuar sin flaquezas y con la dignidad del ser universitario en el escenario de la academia; pero también, en otros que forman parte de nuestro complejo ejercicio ciudadano, siempre agregándole el plus que la situación demanda: las asociaciones de vecinos, el entorno familiar, los colegios profesionales, las comunidades educativas, las colas en el automercado, el banco, o el teatro y otros;  porque este asunto no se resuelve solo con acciones de calle, propiamente dichas.
Estimado Profesor, amigo ¿Ud realmente cree que aquí tenemos colegas “prestados a una farsa”, como Ud. lo expresa? ¿Qué nuestros chamos del CEA y toda la organización de delegados que han creado, están “neutralizados”, al igual que el “50%” del resto de los estudiantes? (Numero, por cierto, imaginario, al igual que las colas para retiro de asignaturas en Control de Estudios). Creer lo primero es una desconsideración  con nuestros compañeros, por decir lo menos; y lo segundo,  una visión contradicha por la realidad. Yo, en cambio, estoy totalmente convencido de lo contrario; pues, por un lado, creo en mis compañeros y los respeto ante todo, Usted incluido, por supuesto. Y en lo que a los muchachos se refiere, puedo afirmar, con toda responsabilidad, que no ha habido en mucho tiempo en la FAU un grupo de estudiantes organizados más conscientes, comprometidos, con capacidad de iniciativa y activos que los dirigentes actuales. Ellos se seguirán formando como ciudadanos universitarios integrales, a pesar de las circunstancias y de nosotros mismos como profesores; porque no depende solo de nuestra intervención.

No es este un espacio para detallar la cantidad de reuniones, formales e informales, encuentros, debates, documentos elaborados individualmente por profesores y estudiantes, por grupos de profesores y por grupos de estudiantes, por instancias académicas, por el Consejo de Facultad y Consejos de otras Facultades, por nuestro COCOA, por el Consejo Universitario, por la APUCV, por la FCU. Al igual que importantes acciones y gestiones –en número y calidad- que desde diferentes entidades internas y actores, se han producido en reconocimiento, solidaridad, defensa y apoyo efectivo a los estudiantes que han asumido, con la responsabilidad de su ciudadanía universitaria, la lucha puertas afuera por un mejor país y un futuro digno, a quienes se ha violado criminalmente sus derechos humanos, por todos los organismos del Estado que deberían garantizarlos. Lo que hemos hecho nunca será suficiente. Pero  ¿No es eso una demostración fehaciente que tenemos miradas puestas hacia adentro y hacia la calle? ¿Y que ello ha sido posible porque mantenemos activa, a toda costa, la FAU y la UCV?

Profesor, amigo, cuando Ud nos pide que le pasemos por encima a su autoadjetivada “agresividad” y que no nos sintamos aludidos, está pidiendo –ni más ni menos- que hagamos un BLACK_OUT a su carta. Y cuando anuncia la realización de una marcha convocada por FAPUV y APUCV en solidaridad con los estudiantes venezolanos, expresando su deseo de que “ojalá podamos hacer ese poquito por ellos” y por alguna razón, respetable y seguramente justificada, no asiste a la misma, se está haciendo BLACK-OUT usted mismo. Yo no lo cuestiono por ello. En cambio, algunos profesores de los que Ud. considera “incorporados a esta farsa”, nos incorporamos también a la marcha; o sea, hicimos “el poquito” aludido por Ud. Por eso digo que la situación es muchísima más compleja de lo que imaginamos.

Es evidente, tal como Ud. lo asegura, que no hay “normalidad” en la UCV y la FAU. Yo supongo que en su año sabático tampoco la hay. Lo que sí hay aquí es una comunidad informada, que debate, consciente, totalmente activa con iniciativas hacia lo interno y hacia la calle. Cuyos miembros, sobre el fundamento de su propia consciencia, eligen con responsabilidad, y sin que nadie los empuje, las trincheras desde las cuales quieren desplegar su lucha por el país, por todos los venezolanos y por la Universidad, para corresponder al trascendente rol que, como institución indeleble, le ha tocado desempeñar en casi tres siglos de existencia.
Con estima y respeto
Luis Millán

PD: No pretendo establecer una diatriba sobre estos temas con Ud. Solo, motus propio, estoy ejerciendo mi derecho a réplica como miembro de la comunidad académica de la FAU


Prof. Luis Millán

Coordinación Central del SEDUCV
División de EaD de la Facultad de Arquitectura de la UCV


BLACK-OUT en la FAU. Prof. Juan José Pérez Rancel


Cuando desde el 11 de abril de 2002 las televisoras venezolanas pusieron comiquitas para ocultar la masacre que el gobierno cometía contra la población desarmada, quisieron aparentar normalidad escondiendo “lo anormal”, quisieron tapar la realidad mostrando la fantasía, pretendían bloquear la información sobre la masacre en curso, distrayendo a los televidentes, a quienes siempre han considerado incapaces de juicio propio. Se conoció como “el black-out” informativo.

Cuando desde el 12 de febrero de 2014, ya francamente hegemónico el régimen propagandístico chavista, se activó su aparato de dominio para desinformar la verdad de lo que protagonizaban los estudiantes universitarios venezolanos en las calles de nuestras capitales, las pantallas televisivas gobierneras o autocensuradas, las infinitas emisoras de radio pro-oficialistas o con funciones distractivas, las redes sociales difusoras de la propaganda del régimen, bloquean la información, neutralizan la realidad, tergiversan las evidencias, mienten cínicamente, igual que entonces, pero ahora oficialmente.

En ambos casos el afán de esos mediocres que se autodefinen “revolucionarios” es negar la realidad, esconder la verdad, aparentar normalidad, simular tranquilidad, hacer una “paz” a la fuerza, actuar como si nada. Puro “black-out”. Puede salir el idiota de Maduro con un bate en la mano para aparentar que es pueblo, sin saber batear, o puede el inepto que hace las veces de ministro del interior, inventar un libreto de novelucha policial, sin dar una prueba, pura fantasía. Pueden anunciarse las mismas obras varias veces, sin que terminen de construirse, o pueden mostrarse fotos de anaqueles repletos, sin decir en dónde y cuándo. Un tinglado de mentiras y trampas. Un escenario para crédulos, un mensaje para autoconvencerse ellos mismos y para engañar a los desinformados y a los desprevenidos.

Incapaces de imaginar que gente como los universitarios puede tener criterio y sabe leer entrelíneas, el régimen y sus agentes estudiantiles y profesorales dentro de las universidades supusieron que reiniciando las actividades académicas se acabarían “las protestas”. “Black-out”. Craso error, pues no han desaparecido las razones para protestar. Craso error, pues la mitad de la población estudiantil es la que eventualmente asiste, a unas aulas recortadas, disminuidas, perplejas de sí  mismas, estupefactas ante tanta indignidad. Porque es indigno volver “a clases”, cuando faltan los otros compañeros, los que han sido secuestrados por el régimen, los que continúan asistiendo en las calles a las lecciones que ellos mismos están dando a la sociedad.

¿Cuál normalidad se quiere aparentar con la “vuelta a clases”? ¿Es normal ir a clases sabiendo que el gobierno chavista mató a la mayor parte de los 44 jóvenes asesinados por los neofascistas motorizados militarizados? ¿La normalidad es tener un ThinkThank o unas jornadas de investigación para demostrar que la FAU y las universidades, pueden seguir produciendo tranquilamente conocimientos a pesar del estrangulamiento financiero al que hemos estado sometidos desde 1983 (Ley de Homologación) por los sucesivos ministerios? Black-Out.

Una jovencita, casi casi una quinceañera que cursa Diseño III, respondió a mi asombro de verlos asistir silenciosos a las “clases” de diseño y a las otras, diciéndome: “nosotros hablamos entre nosotros y con los profesores, pero nadie hace nada, no pasa nada…” Y muchos de los profesores incorporados a esta farsa, sólo “dan clases” bajo este tiroteo. Algunos dedican unos minutos a “plantear el problema” o a “hablar de las protestas”, para luego retomar el hilo de los programas y ver cómo se salva el semestre. Misión cumplida: el chavismo logró su objetivo de neutralizar al CEA y al 50% de los estudiantes de Arquitectura. Seguridad en las puertas y en los estacionamientos, mientras la otra mitad de los estudiantes enfrentan afuera los perdigones, la violencia y humillaciones de los robocops y malandros parapoliciales. Horarios seguros, para no tener que escuchar las detonaciones ni respirar el gas. Organización para salir en grupos después de diseño, por el peligro de la oscuridad, de las sombras ¡¡ vaya manera de vencer las sombras !!

Mientras tanto, otros hacen largas colas, pero no para comprar harina ni aceite, sino para pedir en control de estudios el retiro de las materias o para solicitar las notas certificadas en secretaría UCV, pensando en un futuro que aquí está postergado.

Bajo las condiciones actuales, de violencia desbordada del gobierno en contra de las universidades y sus estudiantes, es ya ficción imaginar que pueden complementarse las “clases” con actividades de “concientización”, agitación o incorporación. Esta normalidad de la FAU, entristece, indigna, asombra, desmerita la herencia rebelde que Arquitectura se construyó en otros tiempos. Esta “vuelta a las aulas” es una máscara, una treta, una emboscada, una trampa caza ilusos.

La UCV no está normal. Es falso que la UCV puede seguir funcionando con cuentagotas presupuestario. Es un empeño ilógico trabajar o estudiar bajo estas condiciones, las financieras y las académicas, las de inseguridad y las de violencia interna y externa al campus. El semestre no existe más, los calendarios son relativos, eternamente reconducidos, efímeros. Preguntémonos cuál debe ser el perfil de los estudiantes ante esta debacle de país, revisando el currículo bajo estas condiciones.

¿Serán universitarios integrales los arquitectos que se gradúen a pesar de que sus compañeros quedaron presos o rayados por expedientes inconstitucionales? ¿Cómo podrán saludar a sus compañeros en el futuro, cuando les pregunten en dónde estaban cuando cerraban las cicatrices de sus torturas? ¿Será arquitectónico hacer abstracción del contexto, del espacio, del tiempo, del momento histórico? ¿Podrán los profesores de la FAU “dar clases” asépticamente, con gríngolas y tapones, bajo estas circunstancias? ¿Cuál es la validez de un proceso de aprendizaje, forzado en medio de este desmoronamiento del país? ¿Dónde queda el rol integral del profesor, según el Reglamento del Personal Docente, que lo compromete con los Valores más allá de la transmisión de conocimientos o métodos?

No era posible prever cuando comenzó mi Año Sabático, que cinco días después moriría Bassil DaCosta. Lamento no haber tenido oferta docente este semestre. Pero estar de sabático no implica aislarse de aquel Reglamento que aquí invoco. Pido a los colegas profesores que perdonen la agresividad que puedan sentir en este escrito y que no se den por aludidos, pues sé que algunos de ustedes han hecho lo que consideran correcto.

Este texto va dedicado a los estudiantes de arquitectura David Acuña, Emilio Fernández y Carlos Borges, cuyos ejercicios de diseño se fueron dentro de las computadoras que les robaron los policías al allanar sus casas. Y a su comprometido profesor Gianni Napolitano, así como a los estudiantes de arquitectura que han sido detenidos, torturados, fichados, vejados. A los que han estado presentes en cualquiera de las múltiples maneras de estarlo.

Esta semana habrá una marcha convocada por la FAPUV y la APUCV en solidaridad con los estudiantes venezolanos en esta hora aciaga. Ojalá podamos hacer ese poquito por ellos. Ojalá que se sientan apoyados por sus profesores y por sus compañeros que están yendo a las aulas: podrán asistir como si fuese una actividad extra-cátedra de todas las asignaturas del pensum: es una actividad por la dignidad universitaria. No hay “normalidad”, el chavismo también la asesinó.


Prof. Juan José Pérez Rancel
Sector Historia y Crítica
EACRV / FAU / UCV
19 de mayo de 2014