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lunes, 15 de septiembre de 2014

El Ministerio del Ambiente una institución para la Venezuela Sustentable posible

El anuncio presidencial del pasado 2 de Febrero de subordinar el Ministerio del Ambiente al Ministerio de la Vivienda y Hábitat y  el cambio del termino “Ambiente” por “Ecosocialismo”, de concretarse constituiría un colapso para la  gestión ambiental en Venezuela. Si bien nunca se  estuvo del todo satisfecho con el desempeño del Ministerio del Ambiente desde su propia creación en el año 1977 y siempre se exigió más, de ponerse el ejecútese  al Ministerio de Vivienda, Hábitat y Ecosocialismo el mandato ambiental del país se vería  gravemente  trastocado especialmente  por:

1 La reducción  de la acción ambiental del Estado a un ámbito absolutamente parcial y sectorial, en abierta contradicción  con el comprobado carácter transversal de una temática con implicaciones para las distintas actividades humanas: sociales, económicas, educativas, culturales, científico-técnica.

2 La imposibilidad que al subnivel de Vice-Ministerio se puedan dar respuestas cabales   a  las complejas obligaciones nacionales e internacionales establecidas en el  robusto y ramificado  cuerpo legislativo ambiental que se  ha venido construyendo especialmente  desde la creación del Ministerio del Ambiente. La normativa ambiental venezolana ha sido concebida en el entendido que la máxima autoridad ambiental se ejerce en el país desde un Despacho del más  alto nivel jerárquico en la toma de decisiones.  

3 El debilitamiento de la fundamentación científico-técnica de la gestión ambiental nacional  al supeditar  al  muy brumoso y errático  Ecosocialismo,  las orientaciones mundialmente cotejadas y aceptadas  que se derivaron primero del  Ecodesarrollo –refrendado en la Cumbre sobre el Medio Ambiente Humano  organizada por la ONU en  Estocolmo, 1972- y posteriormente por  el desarrollo sostenible –  acogido en la Cumbre sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo ONU  de Río de Janeiro,  1992-,  propuesta alternativa esta  que en Venezuela tiene rango constitucional- 

Ante estos retrocesos ya diversas organizaciones de la sociedad civil ambientalista  han  planteando diversas acciones para intentar revertir democráticamente  la inconveniente decisión presidencial  a ejecutarse  el próximo mes de Enero. En Confianza UCV esperamos que con el reinicio de actividades las Universidades se adhieran a estas iniciativas, y  de manera especial llamamos a la incorporación decidida de los profesores  que conforman  la comunidad del conocimiento ambiental en la UCV- Institución con logros académicos en este campo inclusive antes de la creación del Ministerio del Ambiente- en esta lucha por el restablecimiento del arreglo institucional necesario para responder  a las obligaciones intergeneracionales que el Estado Venezolano  ha asumido con el desarrollo sustentable del país y del Planeta.


sábado, 29 de marzo de 2014

Un presente que se agota



Sin que cese la indignación por la agresión violenta y cobarde de los paramilitares chavistas a la comunidad de mi Facultad de Arquitectura de la UCV, tenemos que seguir batallando contra esta arremetida autoritaria que ya no repara ni en las formas en su intento por perpetuarse en el poder a cualquier precio. Represión desmedida, tratos inhumanos a detenidos, reaparición de la tortura, allanamientos y detenciones arbitrarias, un sistema judicial plegado sin el menor decoro a las órdenes de la cúpula del poder, detención de dirigentes y alcaldes opositores, destituciones ilegales a diputados. En fin, abuso de poder. Un autogolpe en pleno desarrollo, donde se van desconociendo los pocos resquicios de institucionalidad democrática, tratando de desalentar y castigar la protesta ciudadana sin que logren doblegarla.

Las razones de la protesta y la irritación de los más variados sectores sociales siguen allí. Para orientar la lucha hay que empeñarse en entender las claves de la crisis política, social y económica que nos abruma. 

El chavismo ha tenido un pasado, un presente, pero su futuro se desvanece. Intenta prolongar su presente haciendo uso del poder del que todavía dispone, pero se leagota. Ahora lo que exhibe es el poder despótico, represivo, cuando antes su apoyo era consensual, masas que se sentían interpretadas por sus ejecutorias se han tornadoen desconfiadas, molestas y hasta opositoras. Ya no confían que el que la cúpula del poder esté interesada en su bienestar, sino en perpetuarse gozando de las mieles depoder. El intento de prologar un presente cada vez se hace más huidizo. La percepción de que nuestro país se nos está desmoronando a pedazos es notoria. Lo viven en carne propia los más variados sectores sociales. Escasez, desabastecimiento, inseguridad, alzas de precios, ineptitud en la gestión pública, son evidencias incontrovertibles de que el modelo de gobierno hace aguas por todas partes. En medio de la rebelión ciudadana que estamos viviendo, se sigue impulsando a cuentagotas un programa de ajuste económico draconiano, intentando darle respiración artificial a un modelo que tantas veces se ha mostrado inviable. La víctima es el ciudadano de a pie que se encuentra sometido a un deterioro progresivo de sus condiciones de vida y de trabajo. Las mejoras de ingresos que vivieron los sectores populares en los años anteriores se desvanecen. 

Hay un intento de extender el presente de un modelo de gestión económica y política que ya no da más. Los intentos de ponerle parches cada vez se muestran másinfructuosos. El gobierno ha intentado evadir la necesidad de una rectificación radical de su orientación. Se ha colocado en un curso agónico, más corto o prolongado, pero terminal. El gobierno puede prolongar su agonía con medidas de pasajera eficacia, pero más temprano que tarde debería leer las señas de la insatisfacción ciudadana, que le dice que su presente se agota y que tiene que abrir un espacio para una reorientación de curso de la sociedad venezolana, donde no puede seguir negando las necesidades y aspiraciones de al menos medio país. Reconocer al otro es imperioso si se busca una salida viable. Si se busca abrirle paso al futuro y no prolongar un presente inviable.