viernes, 23 de mayo de 2014

¿Dónde quedaron los derechos democráticos? Alberto Lovera

Desde que se desató la presente ofensiva represiva en contra de las protestas estudiantiles y ciudadanas uno tiene la percepción de que nos han estado engañando sobre la nueva óptica que se le imparte a los cuerpos represivos. Se nos dijo, y uno lo tomaba comouna buena y esperanzadora noticia, que los principios de actuación del Estado para disuadir y reprimir estarían apegados a la garantía de los derechos humanos establecidos en nuestra Constitución. 




No es que el comportamiento represivo del gobierno haya sido impoluto en el pasado reciente, muchos eventos desdecían el discurso oficial en pasadas jornadas de protestas sucedidas en diferentes momentos desde que se instaló en el poder el nuevo elenco político, pero había la esperanza (lo último que se pierde) deque habría una rectificación a fondo sobre nuevas bases. 

Mucha crítica y condena a comportamientos claramente censurables durante la época de la república civil no han estado acompañadas con una nueva óptica capaz de conciliar el ejercicio de las libertades democráticas con una acción estatal respetuosa de los derechos humanos. 

De lo que hemos sido testigos en los últimos meses en términos de represión desmedida y atropello a los más elementales derechos constitucionales, deja muy mal parada la supuesta nueva óptica respetuosa de los derechos humanos ante el legítimo ejercicio de la protesta ciudadana. 

El inventario es aterrador: violenta represión a manifestaciones pacíficas, uso de grupos paramilitares como fuerzas de choque contra manifestantes que acompañan las acciones de los organismos represivos, detenciones arbitrarias; irrupción en centros de salud para detener manifestantes; violación de los preceptos de la LOPNA en el caso de menores de edad; allanamientos sin órdenes judiciales; detenciones, juicios sumarios, utilización de regímenes de presentación en los tribunales yencarcelamiento de dudosa legalidad; tratos crueles y torturas a detenidos; interpretaciones jurídicas espurias de los derechos constitucionales para satanizar las protestas, convertidas todas ellas, incluso las más pacíficas y cívicas, en actos sediciosos aunquesus reclamos y demandas estén en el marco constitucional; anulación aún más intensa de la separación de poderes públicos, apareciendo todos ellos en connivencia con la cúpula del poder, cuya única preocupación parece ser prolongar un mandato empeñado en confundir sus intereses mezquinos, pero incapaz de trabajar para toda la ciudadanía, que sufre los desatinos de su política económica y social que castiga la vida cotidiana de losvenezolanos, sordo al reclamo de una rectificación a fondo y lanecesidad de un clima de reconciliación nacional. 

Si los partidarios de este nuevo elenco en el poder soñaron con una nueva agenda para el manejo de los asuntos públicos y un ejercicio pleno de los derechos democráticos, la forma en que está actuandola cúpula del poder no dejará un legado sino los despojos de una estafa política que en nombre de nobles ideales lo único que le parece interesarle es cómo prolongar los privilegios de unos enchufados que medran para ellos mismos, pero dejando al pueblocomo el gran ausente de un horizonte de progreso que sigue pendiente. 

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