lunes, 2 de junio de 2014

Una Política Comercial activa por @LuisAngaritaEEI


La inserción de un país en la economía mundial ha sido la tendencia más clara y evidente que se ha practicado como estrategia de desarrollo, tanto en los últimos dos siglos, como en los actuales momentos de las relaciones internacionales y, la actitud que cada Estado tenga frente al comercio internacional, es de vital importancia para que dicha inclusión pueda tener un resultado fructífero. 

Si bien es cierto que en el debate entre el proteccionismo y el libre comercio podemos encontrar una fuerte tendencia a demostrar las virtudes del segundo y las deficiencias del primero, sobre todo en el mundo académico, también es claro que los grandes procesos de industrialización y de desarrollo de los países han venido acompañados de medidas proteccionistas, que coloquen en mejor posición de competencia, a la industria nacional. Así, la conocida Revolución Industrial ocurrida en Inglaterra en el S. XIX, que se desarrolló en un contexto de auge de la teoría del libre comercio, vino acompañada de medidas altamente proteccionistas, conocidas como las “leyes de los cereales”.

Más adelante, en el proceso de industrialización de América Latina, el crecimiento de las distintas industrias ocurrida entre los 50 y los 80, también estuvo conducida por una política comercial altamente proteccionista, que sustituía las importaciones por bienes elaborados de la industria nacional. Esto trajo consigo un duro aprendizaje: alejarse de la participación de los mercados mundiales, condenándola al rezago tecnológico y de productividad.

Por otra parte, en el proceso de desarrollo tecnológico del sudeste asiático, el diseño de las estrategias comerciales tuvo como clara orientación, la participación activa en los mercados mundiales, permitiéndose así, evaluar la calidad de sus procesos industriales y tecnológicos. De esta manera, si un país lograba exportar un bien, era producto de un proceso de innovación y de competitividad adquirida bajo un proceso de protección comercial que permitía el crecimiento y madurez de nuevas industrias, asociado con un adecuado criterio de desempeño y de calidad. 

En el caso venezolano, si bien hubo un proceso de industrialización, su sesgo antiexportador impidió la correcta inclusión de bienes “Hecho En Venezuela”, capaz de lograr un crecimiento de las exportaciones de bienes no petroleros e impulsar la producción nacional. A pesar del esfuerzo de apertura de los 90,  en los últimos 15 años se han acumulado las condiciones como para desestimular cualquier iniciativa nacional a favor de la importación de bienes y servicios.

En los actuales momentos, donde las condiciones para la producción nacional son precarias, y donde se expone desde los distintos sectores la necesidad de crear las escenarios que favorezcan a la reactivación del aparato productivo nacional, se hace necesaria la definición de una política comercial que, como política pública, armonice las distintas áreas de la economía nacional (monetaria, cambiaria, fiscal), y estimulen procesos de creación e innovación que impulsen la fabricación de bienes con criterios de productividad y competitividad internacional, ya que en la inclusión del país en la economía mundial ofrece las mejores oportunidades de progreso. Si el gobierno no atiende estos criterios, probablemente corra el riesgo de alejarse de las tendencias mundiales de comercio, con un alto costo para el desarrollo nacional.

Luis Angarita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario